jueves, 23 de diciembre de 2010

Hola, soy Carmen: Feliz Navidad

Los que me conocen bien, saben que me encanta la Navidad. Siempre ha sido para mí una fiesta muy familiar para estar en casa y ver a los amigos de toda la vida. Si a ello sumamos que soy bastante consumista y me da la excusa perfecta para comprar regalos y que me los hagan a mí también, pues no es de extrañar que sea mi época favorita.

Este año va a ser un poco diferente a los anteriores porque no voy a compartir estas fechas como me gustaría con una persona muy especial para mí. De las últimas Navidades que he pasado, recuerdo con especial cariño la de 2007, cuando recibí por primera y única vez mis regalos haciendo una gincana con pistas a veces demasiado complicadas y más porque veníamos de copas. También sacrificó ese año la Nochevieja con sus amigos por pasarla conmigo. Un favor que nunca le he devuelto. En fin, que sólo quería agradecerle que, a pesar de que él odia estas fiestas, siempre ha aportado su granito de arena para hacerlas más especiales para mí.

Sin embargo, tengo la gran suerte de pasar estos días con las personas más importante de mi vida: mi familia. Preparar la cena juntos y pelearnos porque siempre cenamos demasiado tarde, se ha convertido en una tradición. Siempre he envidiado un poco las enormes cenas familiares que Hollywood nos vende por acción de gracias. La mía se reduce a mis padres y mi hermana y la verdad es que me bastan y me sobran.

Mis amigos siempre han salido el día de Nochebuena después de la cena. Asombrosamente, yo nunca me lo he planteado, a pesar de lo que me gusta salir. Mi Navidad se caracteriza por un "¡Jo, jo, joooo! que me indica que los regalos están puestos bajo el árbol, las fotos abriendo los regalos y jugar al trivial o algo similar mientras mi padre da cabezadas en el sillón y a duras penas consigo que responda a las preguntas. Y se convierte en una de las mejores noches del año, sin sentir ninguna envidia al día siguiente cuando oigo las historias de mis amigos que salieron. Fotos censuradas tras las campanadas, llamadas a gritos para felicitar el año y ver que mi hermana se ha comido las 12 uvas cuando aún vamos por la novena son cosas que espero que tarden mucho en desaparecer aunque, por desgracia, un día lo harán.

Así que sólo he escrito esta entrada tan sentimental, y que tan poco gustará a los que piensan que la Navidad es absurda o una fiesta comercial o tienen la desgracia de no poder pasarla con personas que ya no están, para felicitar a todos la Navidad y la entrada de año. Espero que sean unas fechas inolvidables y que seáis capaces de quedaros con las cosas buenas o recordar las que tuvisteis en algún momento. ¡Felices Fiestas!

jueves, 25 de noviembre de 2010

Diario de un niño muerto

Hoy mamá se ha puesto a llorar porque papá la ha acusado de vaga e incompetente, pero ella se ha repuesto después de un tiempo de amargura y ha seguido haciendo las cosas de casa y ocupándose de papá como siempre. ¿Acaso papá no entiende que mamá se cansa más porque tiene que tirar de los dos? A pesar de todo el cansancio acumulado durante la larga jornada, mamá siempre tiene tiempo para tumbarse y acariciarme, sintiendo cómo su barriga crece y yo con ella.

Hoy papá y mamá han ido a ver a la doctora y se han alegrado mucho al saber que soy un niño. La verdad es que no sé si les hubiese importado que no lo fuera, pero tampoco me he preocupado mucho por ello. Papá ha llevado a mamá a tomar un helado para celebrarlo y no ha parado de mimarla y acariciarme. Por fin he notado a mamá feliz y tranquila. Espero que esta calma dure mucho tiempo porque no quiero que mamá llore más.

Hoy el tiempo de paz se ha roto. Después de algo más de un mes sin peleas, pero con un cierto declive de cariño desde que fuimos a ver a la doctora, papá ha explotado. Se enfadó porque mamá tardó mucho en ponerle la cena, porque estaba haciendo unos ejercicios para mi correcto desarrollo, y papá llegaba tarde al trabajo. Así que, tras la espera y ver que, además, no le gustaba la comida, decidió tirarle el plato a mamá. Menos mal que mamá tiene buenos reflejos y consiguió esquivarlo, pero no pudo librarse de los gritos y de los insultos, que la llevaron a encerrarse en el cuarto de baño. Papá debió de olvidar que llegaba tarde, porque no le importó aporrear la puerta para que mamá abriera mientras continuaba insultándola. Por fin se fue, pero mamá continuó mucho tiempo llorando dentro de la bañera, y yo con ella, porque su pena es mi pena.

Hoy papá ha vuelto a las andadas. Al llegar a casa ha encontrado a mamá hablando por teléfono y no ha sido capaz de pedirle por cuarta vez que colgase el teléfono, porque para él es más fácil utilizar la ley del más fuerte. Así que, tras pedírselo amablemente la primera vez, la segunda ya ha empleado su tono rudo y la tercera ha decidido gritar. A mamá no le ha dado tiempo de darse cuenta de lo que le venía encima, ya que papá, en vez de pedirle una vez más que colgase, ha optado por arrancar el teléfono y gritar. No sé por qué, pero mamá decidió plantarle cara y le dijo que estaba loco. No creo que vuelva a hacer alarde de valor, porque ese comentario le costó un golpe con el auricular en la cabeza, un empujón que nos hizo caer al suelo y, una vez allí, un bofetón. Por suerte, la amiga de mamá llegó a casa temiéndose que algo malo había pasado y cuando llamó a la puerta, papá se tranquilizó en cierto modo, abrió y se fue.

Al llegar la noche, regresó con regalos, disculpas y promesas de cambiar. ¿Mamá no sabe que las promesas están para romperlas? Por lo menos en el caso de papá. Me he enfadado mucho con mamá por aceptar todo lo que papá le ofrecía, pero imagino que ella pensará que es lo mejor para todos, lo mejor para mí.

Hoy mamá me ha demostrado que yo tenía razón. Papá se ha vuelto loco buscando por toda la casa unos papeles para el trabajo y cuando le ha preguntado a ésta, ella le contestó que pensaba que no servían y que los había tirado a la basura. La reacción de papá ha sido rápida: la ha cogido por el pelo y la ha empujado hasta el pasillo, mientras la llevaba arrastrando del pelo hacia la cocina. Una vez allí, papá la ha tirado al suelo y ha metido la cabeza de mamá en el cubo de basura. Yo tenía mucho miedo, porque mi casa, la barriga de mamá, no paraba de temblar como si se fuera a venir abajo. Mientras, papá le chillaba a mamá que buscara los papeles en la basura y mamá obedeció, acordándose de lo que ocurrió la otra vez. Me sentía impotente, con ganas de gritarle a papá y de exigirle que parase, pero a mí nadie me oía. Por fin, mamá encontró los papeles y pensé que todo iba a acabar ahí, pero papá vio que los papeles estaban manchados y golpeó la cabeza de mamá contra el suelo. Después comenzó a pegarle patadas en la espalda y, a pesar de que mamá estaba algo aturdida por el golpe en la cabeza, no paraba de cubrirse la barriga por si alguna patada era recibida por mí. En un breve descanso de la paliza, mamá se arrastró por el suelo intentando huir, pero papá la golpeó de nuevo y su barriga dio contra la esquina de la puerta. Todo se volvió negro.

Cuando volví en mí, me di cuenta de que estábamos en el hospital y que el doctor no paraba de preguntar a mamá qué le había pasado, mientras ella sólo lloraba en silencio y mi padre inventaba excusas que nadie creía. El resultado de la paliza fue que mamá tenía que pasar el resto del embarazo en absoluto reposo... y mi total odio hacia papá.

Hoy papá ha vuelto a perder los nervios porque mamá se pasa todo el día tumbada y necesita que papá le traiga las cosas. Así que, una de estas veces, papá le trajo un yogur que a mamá no le gusta y probó sin darse cuenta, por lo que su reacción fue de asco. Para papá fue la gota que colma el vaso y le tiró a mamá el yogur y las demás cosas que había en la bandeja a la cara, y comenzaron sus habituales insultos. Mamá se dio cuenta de lo que se avecinaba y se levantó con dificultad, para irse de la casa; pero papá se lo impidió con su habitual agarrón de pelo. Comenzó la discusión y papá le echó en cara a mamá que estaba todo el día en la cama y que él era su esclavo. Mamá perdió los nervios y decidió hacer nuevo alarde de valentía y le dijo que si estaba así era por su culpa. Entonces vino la lluvia de golpes: en la cara, en la espalda, en la barriga... acompañados de insultos y de frases que aseguraban que él no quería que me pasase nada, pero no se daba cuanta de que mamá estaba luchando por salir de casa, que gritaba y, sobre todo, que también me estaba pegando a mí, a pesar de que mamá intentaba impedirlo. Todo mi mundo se movía como si se fuera a ir a pique. La barriga de mamá sufría espasmos y el miedo se apoderó de mí.

Hoy hemos ido al hospital porque mamá tenía una fuerte hemorragia después de la paliza. Y yo tenía mucho sueño, me sentía muy cansado.

Hoy, después de siete meses, papá no me dejó vivir.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Cuando quieras bajas el telón

Parece que tiene la sonrisa dibujada en la cara. Como el que se pone un jersey o el abrigo al salir de casa. A mí lo que me interesan son sus ojos. Ver si sonríen o no. Puede que por eso haya preferido comer en la terraza, para no tener que quitarse esas gafas de sol. Y a pesar de todo, puedo intuir los ojos tristes tras el cristal. Iguales que la última vez que los vi. Tal vez piense que si se las quita sería como darse por vencida, como si yo hubiese ganado.

¿No le duele la cara de sonreír tanto? Todo el tiempo está gesticulando y moviendo las manos para dar más énfasis a sus historias. Ni si quiera ha reparado en que yo sonrío poco. No le regalo mis risas, sólo se las doy cuando se las merece. No llevo gafas que oculten las ojeras de las noches en las que no he dormido pensando en lo nuestro.

Sigue interpretando su papel sin importarle nada de lo que pase a su alrededor. Coloco mi mano encima de la mesa, mientras pienso en lo mucho que me apetece coger una de sus manos nerviosas que hacen piruetas en el aire para interpretar su absurda conversación. Y entonces lo hago, sin más. Le agarro la mano y le digo: "Yo también te he echado de menos".

lunes, 25 de octubre de 2010

Lo que el tiempo se llevó

Con el paso de los días empezarás a ser esa clase de recuerdos que al pensar en ellos me dibujan en la cara una sonrisa apenas perceptible, en la que se vislumbra mi nostalgia por la felicidad que me regalaste sin pedirla. El tiempo te convertirá en una sombra de lo que fuiste para mí.

Empezará a jugar con mi mente, mezclando la realidad con mi imaginación hasta que no sepa si mis recuerdos lo son realmente. Intentaré volver a sentir las emociones que me provocaron los momentos que viví contigo, pero poco a poco dejaré de hacerlo. Ya no me apetecerá esforzarme por recordar y vivir el pasado porque preferiré el presente y ese futuro incierto y seductor.

Sin darme cuenta mi enemigo me habrá ganado la batalla y sólo espero que el tiempo tenga piedad de mí y te guarde en esa parte de mi mente y mi alma donde quedan esos recuerdos que ni los siglos pueden borrar. Espero que no te borre por completo. Que no desaparezca tu sombra de mi recuerdo.

domingo, 19 de septiembre de 2010

No supliques amor

Sus ojos se arrasaron en lágrimas y bajó la mirada mientras cometía el error de suplicarle que la amara: "Dime que me quieres y lo dejaré todo por ti. Todo". Él no contestó porque ni si quiera sabía lo que sentía por ella. Puede que la quisiera, pero ¿la amaba? Aceptar su oferta era demasiado arriesgado. No podría soportar que lo perdiera todo por él. Así que agachó la cabeza en el momento preciso en el que la primera lágrima comenzó a deslizarse por la mejilla de ella.

Pasaron unos segundos o unos minutos que parecieron décadas sin que ninguno dijera nada, mientras un pensamiento revoloteaba entre ellos como si de una polilla se tratase. Esa idea que ambos sabían que era inevitable, pero no podían aceptar del todo. De pronto, se posó en los labios de ella y de su boca salió ese esperado: "Se acabó".

miércoles, 30 de junio de 2010

Ya te llegará

Era un día realmente bonito, con el un sol débil que lo bañaba todo sin que el calor fuera sofocante. Por eso viajaban en el coche con la ventanilla bajada. Le encantaba sentarse junto a ella y mirar el paisaje, a pesar de que estuviera un poco apretado con los dos niños en la parte de atrás. Le había sorprendido mucho esa salida familiar, ya que los últimos meses habían sido un poco duros.

A penas distinguía el paisaje y todo eran claros y oscuros porque había perdido mucha visión. Pero sentía el sol en el rostro y eso le alegraba. Últimamente se sentía inútil en casa y poco querido por los suyos. Era un trasto viejo que se chocaba con los muebles porque no era capaz de verlos. A veces no podía remediarlo y hacía sus necesidades en cualquier parte porque no era capaz de aguantarse. Todas esas cosas exasperaban a su familia, que siempre le reñía y se enfadaba con él.

Pero ahora estaba feliz por estar con ellos. De pronto, el coche paró en la cuneta, cerca de un bosque. Todos bajaron y él también lo hizo, con cierta resignación. Los chicos empezaron a correr y a llamarle: ¡Vamos, Bobby! Él los seguía por todas partes y recogía la pelota cuando se la lanzaban. Le daban palmaditas y abrazos. Después de un rato de risas y diversión, el padre cogió una rama y la tiró con todas sus fuerzas. Bobby corrió tras ella y remoloneó mientras oía a lo lejos: ¡Vamos! ¡Ahora! Antes de que se dé cuenta. La niña lloriqueaba y repetía su nombre entre susurros.

Él se quedó sentado en el suelo con el palo en la boca para no hacer las cosas más difíciles. Un portazo. El motor en marcha y el suave traqueteo del coche que se alejaba. Lentamente se aproximó a la carretera moviendo el rabo. Volvió a sentarse y pensó:

También vosotros os haréis mayores, inútiles, un estorbo. Y os abandonará. Pero en un asilo.

miércoles, 9 de junio de 2010

En ninguna parte

Casas idénticas y calles que presentan la misma simetría en un barrio cualquiera, de una ciudad cualquiera de cualquier país. Todo es idéntico. Sus habitantes son familias ejemplares que luchan por demostrar su perfección al resto de la humanidad, por encima de todo y cueste lo que cueste.

Pero en el interior de sus maravillosas casas una mujer se muerde el labio en un esfuerzo por reprimir el llanto, mientras retoca su maquillaje. Un padre grita al programa deportivo que está viendo en el televisor para descargar todas sus frustraciones. Un niño tumbado en su cama golpea la pared incesantemente con su pelota para llamar la atención de unos padres que ni si quiera saben si está o no en casa.

Familias perfectas que esconden sus secretos debajo de las camas y en lo más profundo de sus armarios, en el interior de sus estupendas casas. Fuera luce el sol en el cielo azul y nievan copos de polen.

Palabras para la posteridad

En Alemania vinieron primero a por los comunistas y no protesté porque yo no era comunista.
Luego vinieron a por los judíos y no protesté porque yo no era judío.
Luego vinieron a por los sindicalistas y no protesté porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron a por los católicos y no protesté porque yo era protestante.
Luego vinieron a por mí y, para entonces, ya no quedaba nadie para protestar.

jueves, 3 de junio de 2010

Necesito existir

¿Qué es la existencia? Una necesidad. No me refiero al hecho de que si no vivimos, si no existimos, todo lo demás carece de importancia. Voy mucho más allá de esta obviedad. Me refiero al fenómeno que se produce cuando deseamos llegar a casa para llamar o escribir a alguna/o amiga/o para contarle lo que nos ha sucedido, porque si no lo hacemos es como si no hubiera pasado. Yo misma, tengo la necesidad de escribir estos absurdos pensamientos, porque si no, no pasarían de tener una existencia fugaz en mi mente y se perderían para siempre. Puede que ese sea el motivo de que cuando nos ocurre algo malo o vergonzoso, preferimos no contárselo a nadie con la esperanza de que el tiempo acabe borrándolo de nuestras mentes.


Si doy un paso más allá, me atrevería a decir que mis argumentos también son aplicables a los problemas mundiales. Cada día, los medios de comunicación escogen de qué temas van a informarnos y cuáles se quedan en la papelera. Por eso, hay muchos conflictos bélicos que no existen, pese a la realidad de los que los viven diariamente. Incluso hay países o ciudades que claman su existencia desde algún lugar desconocido del mundo para muchos de nosotros. Si los ignoramos y desconocemos, nunca llegarán a existir realmente.

¿Con las personas pasa lo mismo? Me atrevería a afirmar que sí. Todos vivimos por y para otros. Algunos dedican toda su vida a los demás y puede que sea mejor vivir para alguien porque esa persona jamás se olvidará de lo que has hecho por ella, por lo que siempre existirás a través de sus ojos. Vivir por alguien puede que no sea del todo sano, porque si te ignora, si se olvida de ti, se acabó tu existencia.

Se trata ni más ni menos de la necesidad de que nos llamen o escriban para preguntarnos cómo estamos, qué hacemos... La soledad puede ser engañosa y llevarnos a vivir ese instante en el que nos planteamos si todo es un sueño, si somos la invención de alguna persona que está contando nuestra historia. Por eso necesitamos a los demás, que nos recuerdan que somos reales, pase lo que pase.

Pero todo esto es mucho más complejo, porque la existencia va más allá de lo físico. Hay personas que deambulan por el mundo sin pena y sin gloria, sin nadie que repare en ellos. Son inexistentes para los ojos de los demás, son sombras que esperan dejar de existir realmente. En cambio, existe el maravilloso fenómeno inverso. Me refiero a quienes ya no están con nosotros en este mundo, pero que siempre tendrán un hueco en nuestros recuerdos. Ellos siempre existirán más allá de la muerte si alguien no los olvida.

Por todo esto, queridos amigos, os aconsejo que no descuidéis vuestras relaciones familiares y afectivas de todo tipo, porque os separarán de la irrealidad. Porque gracias a ellas vuestras historias siguen vivas. Porque las necesitáis. Porque existís gracias a ellas. Y yo necesito existir.

domingo, 30 de mayo de 2010

No mires atrás

Llevaba horas corriendo, aunque le parecían días. No recordaba que iba descalza y los pies le sangraban por las ramas que había pisado en su huida. No sentía el frío aire clavarse en sus pulmones como pequeños cristales cada vez que respiraba. En verdad, sabía que ya nadie la seguía, pero si paraba de correr, no podría volver a moverse.

Sin embargo, de pronto, se detuvo. Miró atentamente a su alrededor y cerró la boca, conteniendo la respiración para poder escuchar el sonido de pasos tras ella. Nada. El fuerte latir de su corazón era el único ruido que perturbaba la paz de ese bosque. Observó lo que parecía una zanja a escasos metros de donde estaba ella. Se fue acercando lentamente, mientras sentía el crujir de las hojas bajo sus pies. Se detuvo justo al borde del terraplén.

Decenas, puede que cientos de cuerpos desnudos yacían muertos y blancos por la cal. Algunos estaban abrazados porque serían familiares. Puede que aún hubiese supervivientes, pero no se oía ningún gemido o el movimiento de alguien desesperado por salir de esa tumba de carne y huesos. Miró con detenimiento cada una de esas caras aterradas, por si reconocía a alguno o por si tenía que contar lo que había visto en algún momento, si todo acababa y la gente quería saber la verdad.

Entonces sintió todo el cansancio y el dolor sobre ella como si fueran toneladas y cayó al suelo de rodillas. Se tapó los ojos mientras lloraba amargamente. Sin darse cuenta, en un acto instintivo, juntó la manos y alzó su mirada al cielo para dar gracias por estar allí, por estar viva, a un Dios que parecía haberles abandonado.

Falsos perdones

Pidió perdón por no haber escuchado su grito silencioso que pedía ayuda. Por no haberse dado cuenta de esa mirada vacía, pero llena de sufrimiento. Sin embargo, era un perdón poco sincero porque estaba lleno de los típicos peros. Se excusaba por la falta de tiempo que le había impedido poder hablar más con él, darle un abrazo o decir un simple te quiero. Pequeños gestos que podrían haberle recordado que era alguien importante, al menos, para otra persona. Un signo que calmase un poco su dolor.

Pese a todo, la iglesia se llenaría de coronas de flores con falsos mensajes como: "Tus amigos no te olvidan". Y sus familiares escribirían en su lápida algo parecido a: "Amado hijo y hermano. Tu familia siempre te recordará". Pero, ¿y si fueran sinceros de verdad? ¿Si clamasen su culpa a voz en grito? Entonces esculpirían en la fría roca: "Aquí fallece la consecuencia de nuestra indiferencia hacia el dolor ajeno".

domingo, 23 de mayo de 2010

Mi filmoteca particular: Agua

En un principio, quería empezar esta sección hablando de la película Precious (vídeo en inglés). No sabría decir con certeza si me gustó o no. Desde luego, me impactó. Salí del cine con un gran malestar y esa sensación me duró un par de días. Es ese tipo de películas que hace que te des cuenta de que nos quejamos por tonterías, nimiedades, comparadas con problemas de la vida real de muchas personas.

Pocos días después, me topé con la película Agua por casualidad. Cuando comencé a verla, estuve a punto de cortarla porque las extranjeras independientes no suelen gustarme (muchas me resultan extrañas y/o pesadas, a pesar de la barbaridad que pueda parecerles a muchos). Sin embargo, decidí darle una oportunidad y me alegro de haberlo hecho.

Sin desvelar nada fundamental del argumento, la historia trata de la vida de las viudas en la India, que tienen que encerrarse en un ashram cuando fallece su marido. La protagonista principal es una niña de ocho años que ha quedado viuda. Toda la película trata de los problemas, medios para subsistir e injusticias por las que tienen que pasar esta mujeres calificadas de "impuras".

La directora de esta película es Deepa Mehta, de origen hindú y muy criticada en su país por su carrera cinematográfica, hasta el punto de ser declarada persona non grata. Agua forma parte de una trilogía que se completa con Fuego y Tierra. La primera trata de los matrimonios de conveniencia y las consecuencias de los mismos y la segunda de la división de la India con los enfrentamientos producidos entre sus ciudadanos.

En todo caso, recomiendo esta película a todas las personas que les gusta el cine para algo más que divertirse. Son historias, como la de Precious, que te hacen darte cuenta de lo afortunado que eres por vivir en un determinado país y en una familia concreta. Es el cine más necesario que existe, el que te abre los ojos y te acerca los problemas de cualquier parte del mundo. Gracias a todas las personas que hacen este tipo de películas que gritan: ¡Mira lo que está pasando!

martes, 18 de mayo de 2010

El recuerdo de la música

Al entrar por la puerta, sus ojos se posaron en el piano. Se acercó con actitud reverencial como si de un altar se tratase. Al subir la tapa con delicadeza, acarició las teclas con las yemas de sus dedos. Se sentó en el taburete, que aún encajaba perfectamente en su anatomía. Y empezó a tocar. No necesitaba mirar la partitura, todas se las sabía de memoria.

Su mente empezó a navegar por los recuerdos. Se veía sentada ante ese mismo piano, pues se negaba a tocar cualquier otro, en miles de escenarios . Sus manos se deslizaban rápidamente por las teclas y el silencio de la sala era dominado por la melodía. Al terminar de tocar, el público esperaba expectante para saber si realmente había finalizado la pieza o si daría un nuevo giro insólito. Entonces, al retirar las manos del piano, empezaba la verdadera música para ella: el sonido de los aplausos.

Las primeras filas siempre se levantaban como resortes y algunos se secaban con disimulo alguna lágrima que se les escapaba por el rabillo del ojo. Entonces ella se inclinaba en señal de saludo y agradecimiento. Los aplausos aumentaban y ella esbozaba una sonrisa de satisfacción como pocas personas pueden sentir en su vida.

Y así terminaba de tocar esa melodía que recordaba en su mente. Sin embargo, no pasaba de ahí. El temblor de sus manos ya no le permitía ejecutar ninguna pieza. Ni si quiera lo intentaba desde que unos meses antes sólo puedo completar los primeros compases, porque sus dedos confundían las teclas e invadían las cercanas. Por eso tocaba en su imaginación, porque ella no era esa pobre anciana enferma. Ella era una gran pianista, la mejor. No se reconocía en ese cuerpo.

Su piano ya no quería fundirse con ella como un solo ser. Sus teclas habían dejado de ser la prolongación de sus falanges. No quería hacer de la música una experiencia transcendental, casi divina. Ni si quiera su piano la reconocía.

viernes, 7 de mayo de 2010

Hablemos de política: Señor Garzón

El verdadero problema de las personas poderosas es que llegan a olvidar quiénes son y empiezan a creerse una especie de semidioses. Lo peor de este fenómeno es que esa sensación es fomentada por los que les rodean y se engrandecen aún más. Por ello, acaban olvidando su mortalidad y la pura realidad de que cuanto más arriba se está, más dura es la caída.

Creo que este ha sido el fallo del señor Garzón que, ciertamente, ha hecho muchas cosas dignas de ser nombradas y alabadas, pero la verdad es que a los grandes se les acaba recordando más por su descenso hacia las cavernas que por los logros. Parece que lo de este señor es un suma y sigue, porque frente a las tres imputaciones que ya habían sido admitidas se ha sumado otra más a la causa.

Me asombra ver los foros, manifestaciones, grupos de apoyo...por la causa del juez Garzón. Imagino que lo que realmente me llama la atención es la capacidad de opinar de la gente cuando oye campanas y no sabe dónde. Si preguntas al ciudadano de a pie que es un ferviente admirador de Garzón que por qué está siendo juzgado, es muy posible que te diga que por querer hacer justicia en relación con la Guerra Civil y el franquismo, u otra respuesta muy similar. Pocos te dirán que también está acusado de recibir dinero del banco Santander cuando estaba instruyendo una causa contra el mismo. Algunos pueden que recuerden algo sobre unas escuchas ilegales y serán cuatro gatos los que sepan que dejó en libertad a un etarra (Rafael Díez Usabiaga, para más señas) sin una base fundada para ello.

A pesar de la cantidad de cosas que podrían decirse de todos los delitos imputados a este magistrado, me gustaría centrarme en el único que realmente crea expectación entre el público y que reafirma mi idea de que la gente debería saber algo de Derecho antes de abrir la boca. Tal vez fue a mí a la que enseñaron mal de pequeña, pero lo cierto es que si no conozco el asunto, me callo.

En relación con este tema es fundamental recordar los inicios de nuestro sistema democrático. En ellos, se adoptó una medida que, posiblemente, era necesaria en ese momento y que consistió en el indulto concedido por el Rey (retirado del BOE, aunque sí están disponibles las modificaciones posteriores desde 1977) para perdonar los delitos cometidos durante la Guerra Civil. Esta medida también provocó la puesta en libertad de numerosos terroristas (tema que mejor dejamos para otra entrada porque también tengo mucho que decir). Sin embargo, parece que eso no le importa a la gente.


Los que hayan llegado a este punto sin cerrar el navegador indignados con lo que digo, supongo que me calificarán de facha, franquista o nazi. En verdad, creo que mi calificativo sería legalista. Soy tan prodemocracia que me gusta que las leyes se respeten y apliquen, lo cual implica también que no se puede castigar a una persona que ha sido indultada. Entonces claman las voces que dicen que se derogue ese decreto que concedió indultos. Vale, lo derogamos y ¿qué? Las leyes penales no tienen efectos retroactivos salvo las que son favorables para el reo. Pues venga, también nos cargamos ese principio. Y así, poquito a poco vamos creando un sistema que de democrático va a tener bien poco, porque al final nos reímos de la legalidad en toda su cara.

Para ir terminando, me gustaría decir que, aunque Garzón haya sido mi primera "víctima", lo cierto es que tengo para todos porque creo que nuestros políticos no conocen la vergüenza ni la conocerán nunca. Puede que sea cierto eso de que cada país tiene lo que se merece. En todo caso, invito a mis escasos lectores a que me propongan cualquier tema política de todo tipo de personajes y con independencia de su partido, que investigaré y me informaré del caso como he hecho esta vez antes de dar mi opinión, como debería hacer mucha gente antes de opinar.

De todas formas, la presunción de inocencia también existe en nuestro país y habrá que esperar a que los tribunales se pronuncien sobre todos estos temas. ¡Qué demonios! Pese a lo dicho, no podemos olvidar que la libertad de expresión es otro derecho de nuestra Constitución, así que opinemos todos, sepamos o no del asunto, que yo escucharé esas opiniones infundadas mientras se me abren las carnes al ver que nuestra democracia se resquebraja.

Quiero que el principio de mi existencia sea el final de la tuya, que nos sumerjamos en un mar vacío de dudas, con una inmensidad incierta pero real, tan real que nos duela.

sábado, 1 de mayo de 2010

A pesar de que no sabía cuál era el nombre de las cosas que olía, le encantaba el perfume que emanaba su madre y el olor de la comida que le llegaba desde la cocina. Podía sentir el tacto de la manta que le envolvía en el frío de la noche y el agua en que se sumergía en la bañera. También escuchaba las canciones que un extraño aparato tocaba antes de dormirse y el tono de voz de su madre. Le encantaba el sabor de la leche que emanaba de esos pechos siempre repletos y los diversos zumos que probaba o la insipidez del agua.

Sin embargo, nunca había visto nada de lo que olía, tocaba, escuchaba o probaba. Pero un día, sintió una extraña calidez en el rostro y una luminosidad fuera de lo común, la curiosidad le pudo y abrió los ojos levemente. Una inmensidad azul con un círculo demasiado luminoso le fascinó.

De pronto, una voz familiar dijo: "Mira, por fin quién ha abierto los ojos. Agugutata, aguguta, mira quién ha abierto los ojos".

Rompió a llorar por su absurda curiosidad de la que se arrepentía y, al mismo, tiempo, no podía dejar de mirar ese cielo azul lleno de miles de cosas por descubrir.

Nunca le había gustado conducir. Más bien, no lo había intentado, a pesar de tener el permiso desde hacía años. Pero le encantaba viajar de noche en el asiento de atrás. Era una de esas ocasiones y ella contemplaba una inmensa luna llena y el cielo cuajado de estrellas. Estaba tan ensimismada que a penas notaba que él la había cogido de la mano, como si fuera un ente extraño a ella. En la radio sonaba una canción que decía: "Ojalá no te hubiera conocido nunca". Y eso era lo que le pedía a una luna que parecía mágica. O, al menos, poder olvidar su pasado juntos... "Para no amarte siempre"

miércoles, 28 de abril de 2010

La Bailarina

¡Sácame de aquí! ¡Por favor! Yo sólo quiero bailar al son de la música. No me dejes en este sitio oscuro. ¡Quiero salir! Esta vez haré una pirouette perfecta. ¡Pero déjame salir!

Pero nadie oía a la diminuta bailarina de la caja de música, pues llevaba cerrada desde hacía días y su dueña no le daba cuerda.

martes, 27 de abril de 2010

Aprendiz

Deslizaba sus dedos por el frágil cuerpo, sintiendo bajo sus yemas la piel erizada. Los ojos con la mirada perdida estaban vidriosos como los de una muñeca. Posó levemente su mano en el cuello que minutos antes había estrangulado. Se inclinó para oler su pelo, aspirando fuertemente el perfume que emanaba. Había intentado ser un Jean Baptiste Grenouille sin conseguirlo.

Peter Pan

Yo también fui un niño que hablaba solo y gesticulaba cuando andaba por la calle porque jugaba en su mundo imaginario, luchando con adultos malvados. Yo también quería ser como Peter Pan y me juré no crecer. Pero en esta historia todos hacemos el papel de Wendy, ya no existe Peter Pan

Somos 2 personajes olvidados en un cajón, con historias que alguien contará de pasada. Somos el olvido con anécdotas susurradas al viento. Papeles inventados en un tiempo remoto con tendencia a marchitarnos. Somos sombras de lo que pudimos ser.

domingo, 25 de abril de 2010

El comienzo

La palabra. Es la mejor o, prácticamente, la única forma que tenemos de comunicarnos. Por eso se reconoce el derecho fundamental a la libertad de expresión en el art. 20.1.a) de la CE. Si nos quitaran esa posibilidad no seríamos nada. Hace varias semana tomé la decisión de crear este blog y al día siguiente una persona con la que tengo la mala costumbre de adivinar nuestros pensamientos también me comentó esta posibilidad.
Mi mente a veces se embota de miles de pensamientos que me gustaría compartir y que mi escaso tiempo me lo impide. No sólo quiero escribir mis historias, sino que pretendo poder comentar las películas que vea, las canciones que me emocionen, los temas de actualidad que me disguten, las ideas que me perturben... Se trata de mi legado para la posteridad en el fenómeno de las redes sociales. No pretende tener seguidores fieles, ni que nadie se asombre con lo que escribo, me conformaría con inquietar algunas mentalidades que están adormiladas y favorecer el debate a favor o en contra de lo que diga.
Sólo quiero hacerme oír y ser oída. Todo ello a través de la palabra, ese instrumento tan poderoso y a la vez tan complicado de saber usar. Pero en todo caso, siempre será mi PALABRA.