martes, 27 de abril de 2010

Aprendiz

Deslizaba sus dedos por el frágil cuerpo, sintiendo bajo sus yemas la piel erizada. Los ojos con la mirada perdida estaban vidriosos como los de una muñeca. Posó levemente su mano en el cuello que minutos antes había estrangulado. Se inclinó para oler su pelo, aspirando fuertemente el perfume que emanaba. Había intentado ser un Jean Baptiste Grenouille sin conseguirlo.

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