sábado, 1 de mayo de 2010

Nunca le había gustado conducir. Más bien, no lo había intentado, a pesar de tener el permiso desde hacía años. Pero le encantaba viajar de noche en el asiento de atrás. Era una de esas ocasiones y ella contemplaba una inmensa luna llena y el cielo cuajado de estrellas. Estaba tan ensimismada que a penas notaba que él la había cogido de la mano, como si fuera un ente extraño a ella. En la radio sonaba una canción que decía: "Ojalá no te hubiera conocido nunca". Y eso era lo que le pedía a una luna que parecía mágica. O, al menos, poder olvidar su pasado juntos... "Para no amarte siempre"

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