El verdadero problema de las personas poderosas es que llegan a olvidar quiénes son y empiezan a creerse una especie de semidioses. Lo peor de este fenómeno es que esa sensación es fomentada por los que les rodean y se engrandecen aún más. Por ello, acaban olvidando su mortalidad y la pura realidad de que cuanto más arriba se está, más dura es la caída.
Creo que este ha sido el fallo del señor Garzón que, ciertamente, ha hecho muchas cosas dignas de ser nombradas y alabadas, pero la verdad es que a los grandes se les acaba recordando más por su descenso hacia las cavernas que por los logros. Parece que lo de este señor es un suma y sigue, porque frente a las tres imputaciones que ya habían sido admitidas se ha sumado otra más a la causa.
Me asombra ver los foros, manifestaciones, grupos de apoyo...por la causa del juez Garzón. Imagino que lo que realmente me llama la atención es la capacidad de opinar de la gente cuando oye campanas y no sabe dónde. Si preguntas al ciudadano de a pie que es un ferviente admirador de Garzón que por qué está siendo juzgado, es muy posible que te diga que por querer hacer justicia en relación con la Guerra Civil y el franquismo, u otra respuesta muy similar. Pocos te dirán que también está acusado de recibir dinero del banco Santander cuando estaba instruyendo una causa contra el mismo. Algunos pueden que recuerden algo sobre unas escuchas ilegales y serán cuatro gatos los que sepan que dejó en libertad a un etarra (Rafael Díez Usabiaga, para más señas) sin una base fundada para ello.
A pesar de la cantidad de cosas que podrían decirse de todos los delitos imputados a este magistrado, me gustaría centrarme en el único que realmente crea expectación entre el público y que reafirma mi idea de que la gente debería saber algo de Derecho antes de abrir la boca. Tal vez fue a mí a la que enseñaron mal de pequeña, pero lo cierto es que si no conozco el asunto, me callo.
En relación con este tema es fundamental recordar los inicios de nuestro sistema democrático. En ellos, se adoptó una medida que, posiblemente, era necesaria en ese momento y que consistió en el indulto concedido por el Rey (retirado del BOE, aunque sí están disponibles las modificaciones posteriores desde 1977) para perdonar los delitos cometidos durante la Guerra Civil. Esta medida también provocó la puesta en libertad de numerosos terroristas (tema que mejor dejamos para otra entrada porque también tengo mucho que decir). Sin embargo, parece que eso no le importa a la gente.
Los que hayan llegado a este punto sin cerrar el navegador indignados con lo que digo, supongo que me calificarán de facha, franquista o nazi. En verdad, creo que mi calificativo sería legalista. Soy tan prodemocracia que me gusta que las leyes se respeten y apliquen, lo cual implica también que no se puede castigar a una persona que ha sido indultada. Entonces claman las voces que dicen que se derogue ese decreto que concedió indultos. Vale, lo derogamos y ¿qué? Las leyes penales no tienen efectos retroactivos salvo las que son favorables para el reo. Pues venga, también nos cargamos ese principio. Y así, poquito a poco vamos creando un sistema que de democrático va a tener bien poco, porque al final nos reímos de la legalidad en toda su cara.
Para ir terminando, me gustaría decir que, aunque Garzón haya sido mi primera "víctima", lo cierto es que tengo para todos porque creo que nuestros políticos no conocen la vergüenza ni la conocerán nunca. Puede que sea cierto eso de que cada país tiene lo que se merece. En todo caso, invito a mis escasos lectores a que me propongan cualquier tema política de todo tipo de personajes y con independencia de su partido, que investigaré y me informaré del caso como he hecho esta vez antes de dar mi opinión, como debería hacer mucha gente antes de opinar.
De todas formas, la presunción de inocencia también existe en nuestro país y habrá que esperar a que los tribunales se pronuncien sobre todos estos temas. ¡Qué demonios! Pese a lo dicho, no podemos olvidar que la libertad de expresión es otro derecho de nuestra Constitución, así que opinemos todos, sepamos o no del asunto, que yo escucharé esas opiniones infundadas mientras se me abren las carnes al ver que nuestra democracia se resquebraja.