El 2012 ha sido un año lleno de cambios para mí, tanto para bien como para mal. Y ahora hago el típico repaso al que incitan estas fechas y me doy cuenta de que la vida siempre sigue sin esperar a nadie ni preguntar lo que queremos o dejamos de querer. Tal vez sea mejor así. Yo no me puedo quejar porque siento que estoy en uno de los mejores momentos de mi vida y no quiero que acabe. No quiero que el fin de mi mundo espere a 2013, pero doy gracias porque no terminara este año.
Los primeros meses de 2012 estuvieron llenos de expectativas y miedos. Unos nervios con los que tuve que aprender a convivir día a día hasta que en marzo obtuve la recompensa por todas las horas de trabajo y sacrificio. Supuso un antes y un después en mi vida porque conseguí aquello por lo que llevaba luchando dos años y medio. Desde los dieciocho años quería ser lo que soy y aunque no me define como persona, sí que ha pasado a ser una parte de mí muy importante.
Después todo fueron viajes y reencuentros con personas a las que tuve que dejar un poco de lado para llegar al punto en el que estoy, pero que me recibieron con toda la alegría del mundo. Empecé a vivir de nuevo con unas ganas renovadas. Volver a tener tiempo para mí o para no hacer nada. Incluso llegar a tener que decir que no cuando una persona que lo era todo para mí quiso volver a mi vida, pero mi vida ya no era la misma y el hueco que creí que siempre sería para él se había hecho tan pequeño que ya apenas cabía.
Pero todo en la vida tiene su parte mala y siempre habrá algo que enturbie la alegría compartida por todos. En verano nos dejó una persona muy querida. No podría calificarle como un segundo padre, pero a veces me parecía como el abuelo que nunca tuve (ambos fallecieron cuando era muy pequeña) porque me mimaba como si lo fuera. Me buscaba como su cómplice para discutir con mi padre y mi hermana y le encantaba traerme recortes sobre noticias que podían interesarme. Le recuerdo especialmente ahora porque no le he visto llegar el día de Navidad para preguntarnos qué nos ha regalado Papá Noel y voy a odiar el momento de Nochevieja cuando llamemos para gritar "feliz año nuevo" y no esté al otro lado del teléfono. Tuve la suerte de cuidarle los últimos meses. Algo tan sencillo como darle sus pastillas todos los días y disfrutar de lo alegre que se ponía al verme. Así que tal y como dije en su día y pusimos en su corona de flores: El cementerio está lleno de gente imprescindible.
Sin embargo, todo sigue y no importa si estamos tristes o no porque la vida no espera a que nos repongamos. El verano llegó a su fin y casi di gracias por ello porque también perdí, en otro sentido, a una persona que había sido muy importante para mí. Simplemente nuestra amistad no daba para más y siento si no hice bien las cosas al final, pero el resultado hubiese sido el mismo. Me quedaré con los buenos momentos que fueron muchos, pero los años no lo justifican todo y a veces hay que decir basta.
Cambio de ciudad, cambio de amigos, cambio de vida... La gente que merece la pena permanece. Es algo que sólo aprendemos con los años. Ahora tengo mi propio piso y he conocido a personas increíbles que me hacen sonreír de una forma que ni recordaba. Por eso sé que me va a doler muchísimo separarme de ellos cuando esto acabe en junio, pero estoy segura de que no perderemos el contacto porque nos hemos vuelto partes fundamentales los unos en las vidas de los otros. Recuperas la ilusión sin darte cuenta y a pesar de que parecía algo imposible y me había resignado a ello. Toca Navidad y no quieres volver a casa con la familia o, más bien, quieres llevártelos a todos contigo.
Así que llega fin de año y todo está tan bien que da miedo. El día que se suponía que tenía que acabar el mundo estaba con esas personas y me reía de lo absurdo de esa idea. Pero ahora no puedo dejar de pensar que nuestro mundo se va a acabar un 13 de junio del próximo año y que no quiero que pase. Sólo espero que haya un nuevo big bang y que el nuevo mundo sea igual de bueno que el anterior. Mientras tanto, ¡feliz 2013 a todos!
Recuerda que la energía nunca se destruye, sólo se transforma.
ResponderEliminarPues eso, que independientemente de su forma, la energía que nos traiga el 2013 sea lo más positiva posible.