martes, 10 de abril de 2012

Cuando todo era más fácil

Nos piden sin cesar que maduremos: en nuestro trabajo, en nuestras relaciones...Hacernos adultos. ¿Y cuándo se consigue eso? Algunos dirán que con la mayoría de edad, aunque es curioso que los europeos seamos adultos antes que los americanos según este criterio. Otras entienden que al empezar la Universidad o bien obtener el primer empleo es cuando se consigue. Hay quien, extrañamente, considera que la madurez sexual está unida a la intelectual y que lo importante es el momento en el que se mantienen relaciones sexuales por primera vez. En general, la edad adulta se identifica con la capacidad de asumir más responsabilidades y poder afrontarlas de la mejor forma posible. Y pensando en todo ello, me di cuenta de que para mí se es adulto cuando echas de menos tu infancia, el ser un niño.

Me refiero a esa época en la que tu meta del día puede ser destruir un libro que se jacta de ser irrompible. Cuando destinas tu paga semanal a comprar cromos que cambiarás en el recreo, teniendo que aprender a negociar bien para conseguir toda la colección. Cuando las relaciones eran tan fáciles como "ponerse" y "cortar" si la cosa no iba bien, sin rencores y pudiendo volver a ser amigos con la misma facilidad con la que fuisteis novios. Los cumpleaños se celebraban en el telepizza o cualquier establecimiento similar y la entrega de las invitaciones en clase era todo un acontecimiento en el que se demostraba la popularidad de unos y la marginación de otros. Irte de excursión era todo un evento y tus madres te preparaban la mochila y la indumentaria como si fueras a la guerra. Cuando aún se jugaba a las canicas y se iba a casa de las amigas a jugar a las barbies.

Así que te acuerdas de todo ello con nostalgia y te arrepientes de no haber seguido jugando un par de años más, de tener esas prisas por crecer, porque a esa edad pensamos sólo en lo bueno de ser adultos y olvidamos todas las cargas que conlleva. Nos enfadamos con nuestros padres por ponernos una hora de llegada y siempre acudimos al ejemplo de alguien que se queda hasta más tarde, sin ser conscientes de que también intentaremos que nuestros hijos no crezcan tan rápido como lo hicimos nosotros. Y la verdad es que no podremos hacer nada por impedirlo y también llegará el día en que ellos se hagan adultos , echen de menos su infancia y se pregunten el porqué de esas ganas de crecer. Lo importante es guardar siempre esos recuerdos que nos siguen haciendo sentir como niños.

1 comentario:

  1. Te equivocas, lo importante es no dejar que las obligaciones y las responsabilidades de los adultos exterminen al niño que llevamos dentro, saber que el objetivo más importante del día es romper ese cuento irrompible, que los adultos también compran y cambian cromos, aunque no lo hagan en el quiosco y en el patio del colegio ni vengan en un sobre, que las relaciones amorosas pueden ser tan fáciles como "ponerse" y "cortar" cuando las cosas no van bien y que somos nosotros quienes las complicamos y las convertimos en otra cosa, que la celebración de un cumpleaños aún puede y tiene que seguir siendo un acontecimiento, que ir de excursión tiene que ser como ir a la guerra, dispuesto a conquistar nuevos mundos y a luchar por ellos y que, aunque ya no juguemos a las Barbies, podemos seguir inventado historias protagonizadas por ellas o por cualquier otro personaje aparentemente inexistente. Y cuando todo esto se nos olvide, no tenemos más que leer "El principito", una y otra vez, hasta que seamos capaces de hacer cualquier cosa por proteger a una rosa, porque todas las rosas, aunque la mayoría de los adultos no se den cuenta, son únicas. ;)

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