La idea de Dios ha cambiado a lo largo del tiempo y ha dado lugar a cientos de religiones que han defendido diferentes posturas en relación con la fe y con todos los temas habidos y por haber. Sin embargo, el poder siempre ha estado concentrado en unas pocas.
La cristiana ha sido una de las que mayor número de fieles ha tenido durante muchos años. Hoy en día sigue creciendo en ciertos países, pero ha perdido protagonismo en muchos otros. El Islam se ha convertido en un fuerte rival para ella debido a la inmigración de ciudadanos de países que tienen esta religión como oficial. Las posturas son para todos los gustos en relación a este tema. Algunos ven una especie de "invasión" porque las familias musulmanas tienen muchos hijos. Lo cierto es que las cristianas también los tuvieron en su día pero han disminuido notablemente (con algunas excepciones en las vertientes más tradicionales que siguen a raja tabla la prohibición del uso de anticonceptivos).
Europa está perdiendo su fe, al menos, en la religión cristiana. Los datos aportados por la propia Iglesia Católica así lo demuestran. Tampoco podemos olvidar el hecho de que, por tradición, muchas personas son bautizadas y después no ejercen la fe y salirse de esta religión es casi imposible. En todo caso, no pretendo divagar sobre las confesiones religiosas, lo que quiero es tratar un tema que veo cada día entre las personas que me rodean. Me refiero a la ausencia de fe o de supuesta fe.
En nuestro país, los jóvenes no suelen frecuentar las iglesias ni hablar sobre sus creencias, en caso de tenerlas. A ello hay que añadir el hecho de que en España todo es objeto de broma y la religión no se salva de ello. Somos un Estado laico aunque la Constitución no quiso decirlo abiertamente y ello es usado por ciertas personas como argumento para acabar con todo tipo de elemento religioso que nos pueda rodear. Pueden ser las cruces de los colegios, el velo de una niña... En verdad no importa cuál sea la religión. Eso sí, nos volvemos todos muy laicos y olvidamos que el Estado también está obligado a colaborar con las religiones en función de las necesidades religiosas de la población. Pero, ¿estamos necesitados de religión?
Son miles los argumentos a favor y en contra de la misma, pero lo cierto es que cada vez oigo a más gente que dice que Dios no existe, que cada uno escribe su destino y no hay nada que hacer. No puedo evitar sonreír al escucharles, porque sé que mienten. No me refiero a que esté segura de que hay un todopoderoso o como queráis llamarlo, digo que mienten porque ellos no están seguros de esa inexistencia. Todos, absolutamente todos rezan o lo han hecho cuando han tenido un problema. Juntan las manos y miran hacia el cielo y dicen: "Por favor, ayúdame". O cualquier otra fórmula similar, en la que se suele omitir el nombre de la persona a la que dirigen para no reconocer que están manifestando una creencia que proclaman no tener.
Entonces esperan que se abra la caja de los deseos y se les conceda lo que han pedido. Algunos tendrán esa suerte y puede que se conviertan en creyentes para toda su vida. La mayoría dará las gracias unos pocos días y después lo olvidarán hasta que vuelvan a necesitar un "milagro". Pero, ¿qué pasa con los que no consiguieron lo que querían? ¿Sus plegarias no han sido oídas? O, ¿sólo fueron desatendidas? Lo cierto es que no importa la respuesta, porque para ellos sólo será una razón más para defender la inexistencia de Dios, para mentirse a sí mismos como si nunca hubiesen acudido a él desesperadamente. Se engañarán como si no hubiesen creído en él por un instante. Un instante en el que manifestaron una fe que no sabían que tenían.