Los que me conocen bien, saben que me encanta la Navidad. Siempre ha sido para mí una fiesta muy familiar para estar en casa y ver a los amigos de toda la vida. Si a ello sumamos que soy bastante consumista y me da la excusa perfecta para comprar regalos y que me los hagan a mí también, pues no es de extrañar que sea mi época favorita.
Este año va a ser un poco diferente a los anteriores porque no voy a compartir estas fechas como me gustaría con una persona muy especial para mí. De las últimas Navidades que he pasado, recuerdo con especial cariño la de 2007, cuando recibí por primera y única vez mis regalos haciendo una gincana con pistas a veces demasiado complicadas y más porque veníamos de copas. También sacrificó ese año la Nochevieja con sus amigos por pasarla conmigo. Un favor que nunca le he devuelto. En fin, que sólo quería agradecerle que, a pesar de que él odia estas fiestas, siempre ha aportado su granito de arena para hacerlas más especiales para mí.
Sin embargo, tengo la gran suerte de pasar estos días con las personas más importante de mi vida: mi familia. Preparar la cena juntos y pelearnos porque siempre cenamos demasiado tarde, se ha convertido en una tradición. Siempre he envidiado un poco las enormes cenas familiares que Hollywood nos vende por acción de gracias. La mía se reduce a mis padres y mi hermana y la verdad es que me bastan y me sobran.
Mis amigos siempre han salido el día de Nochebuena después de la cena. Asombrosamente, yo nunca me lo he planteado, a pesar de lo que me gusta salir. Mi Navidad se caracteriza por un "¡Jo, jo, joooo! que me indica que los regalos están puestos bajo el árbol, las fotos abriendo los regalos y jugar al trivial o algo similar mientras mi padre da cabezadas en el sillón y a duras penas consigo que responda a las preguntas. Y se convierte en una de las mejores noches del año, sin sentir ninguna envidia al día siguiente cuando oigo las historias de mis amigos que salieron. Fotos censuradas tras las campanadas, llamadas a gritos para felicitar el año y ver que mi hermana se ha comido las 12 uvas cuando aún vamos por la novena son cosas que espero que tarden mucho en desaparecer aunque, por desgracia, un día lo harán.
Así que sólo he escrito esta entrada tan sentimental, y que tan poco gustará a los que piensan que la Navidad es absurda o una fiesta comercial o tienen la desgracia de no poder pasarla con personas que ya no están, para felicitar a todos la Navidad y la entrada de año. Espero que sean unas fechas inolvidables y que seáis capaces de quedaros con las cosas buenas o recordar las que tuvisteis en algún momento. ¡Felices Fiestas!